El me había explicado, poco después de mi ordenaciónsacerdotal, que celebrando la Eucaristía había que poner enparalelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba decomprender y de darse cuenta, en primer lugar, de que elsacerdote en el Altar es Jesucristo. Desde ese momento Jesús ensu Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.Desde …
El me había explicado, poco después de mi ordenación
sacerdotal, que celebrando la Eucaristía había que poner en
paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba de
comprender y de darse cuenta, en primer lugar, de que el
sacerdote en el Altar es Jesucristo. Desde ese momento Jesús en
su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.
sacerdotal, que celebrando la Eucaristía había que poner en
paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba de
comprender y de darse cuenta, en primer lugar, de que el
sacerdote en el Altar es Jesucristo. Desde ese momento Jesús en
su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.
Desde la señal de la cruz inicial hasta el ofertorio es necesario
reunirse con Jesús en Getsemaní, hay que seguir a Jesús en su
agonía, sufriendo ante esta “marea negra” de pecado.
reunirse con Jesús en Getsemaní, hay que seguir a Jesús en su
agonía, sufriendo ante esta “marea negra” de pecado.
Hay que
unirse a Él en el dolor de ver que la Palabra del Padre, que El
había venido a traernos, no seria recibida o sería recibida muy
mal por los hombres. Y desde esta óptica había que escuchar las
lecturas de la misa como estando dirigidas personalmente a
nosotros.
El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado…
El Prefacio, es el canto de alabanza y de agradecimiento que
Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar por fin a esta “Hora”.
Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar por fin a esta “Hora”.
Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la
Consagración nos encontramos rápidamente con Jesús en la
prisión, en su atroz flagelación, su coronación de espinas y su
camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén teniendo
presento en el “momento” a todos los que están allí y a todos
aquellos por los que pedimos especialmente.
Consagración nos encontramos rápidamente con Jesús en la
prisión, en su atroz flagelación, su coronación de espinas y su
camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén teniendo
presento en el “momento” a todos los que están allí y a todos
aquellos por los que pedimos especialmente.
La Consagración nos da el Cuerpo entregado ahora, la Sangre
derramada ahora. Es misticamente, la crucifixión del Señor. Y
por eso el San Pío de Pietrelcina sufría atrozmente en este
momento de la Misa.
derramada ahora. Es misticamente, la crucifixión del Señor. Y
por eso el San Pío de Pietrelcina sufría atrozmente en este
momento de la Misa.
Nos reunimos enseguida con Jesús en la Cruz y ofrecemos
desde este instante, al Padre, el Sacrificio Redentor. Es el
sentido de la oración litúrgica que sigue inmediatamente a la
Consagración.
desde este instante, al Padre, el Sacrificio Redentor. Es el
sentido de la oración litúrgica que sigue inmediatamente a la
Consagración.
El “Por El, con El y en Él” corresponde al grito de Jesús: “Padre,
a tus manos encomiendo mi espíritu”. Desde ese momento el
Sacrificio es consumado y aceptado por el Padre. Los hombres
en adelante ya no están separados de Dios y se vuelven a
encontrar unidos. Es la razón por la que, en este momento, se
recita la oración de todos los hijos: “Padre Nuestro…”
a tus manos encomiendo mi espíritu”. Desde ese momento el
Sacrificio es consumado y aceptado por el Padre. Los hombres
en adelante ya no están separados de Dios y se vuelven a
encontrar unidos. Es la razón por la que, en este momento, se
recita la oración de todos los hijos: “Padre Nuestro…”
La fracción del Pan marca la muerte de Jesús…
La intinción, el instante en el que el Padre, habiendo quebrado
la Hostia (símbolo de la muerte.) deja caer una partícula del
Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el
momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se
reúnen de nuevo y es a Cristo vivo a quien vamos a recibir en
la comunión.
la Hostia (símbolo de la muerte.) deja caer una partícula del
Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el
momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se
reúnen de nuevo y es a Cristo vivo a quien vamos a recibir en
la comunión.
La bendición del Sacerdote marca a los fieles con la cruz, como
signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las
astucias del Maligno.
signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las
astucias del Maligno.
Se comprenderá que después de haber oído de la boca del
Padre Pío tal explicación, sabiendo bien que él vivía dolorosamente esto, me haya pedido seguirle por este camino…
lo que hago cada día… ¡Y con cuánta alegría!
Padre Pío tal explicación, sabiendo bien que él vivía dolorosamente esto, me haya pedido seguirle por este camino…
lo que hago cada día… ¡Y con cuánta alegría!
— Testimonio del P. De Robert, hijo espiritual del Padre Pío.
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