Acepta, querida Madre y Reina mía, toda mi persona y cuanto con la gracia de tu querido Hijohe podido hacer de bueno. Yo mismo no soy capaz de conservarlo dada mi debilidad e inconstancia, ¡y la forma en que me combaten continuamente mis enemigos espirituales! Veo todos los días caer por tierra los cedros del Líbano,y convertirse en aves nocturnas las …
Acepta, querida Madre y Reina mía,
toda mi persona y cuanto con la gracia de tu querido Hijo
he podido hacer de bueno.
Yo mismo no soy capaz de conservarlo
dada mi debilidad e inconstancia,
¡y la forma en que me combaten continuamente
mis enemigos espirituales!
Veo todos los días caer por tierra los cedros del Líbano,
y convertirse en aves nocturnas las águilas que volaban en torno al sol.
Mil justos caen a mi izquierda; diez mil a mi derecha… (Sal. 91, 7).
Más yo confío en ti mi poderosa y más que poderosa Madre:
Tenme que no caiga; conserva mis bienes, que no me saqueen;
protege en mí la vida divina.
¡Defiende a quien a ti se ha consagrado!
Yo te conozco bien y en ti confío:
eres la Virgen fiel a Dios y a los hombres,
que no dejas perder nada de cuanto a ti se confía;
eres la Virgen Poderosa:
nadie podrá hacerte daño ni perjudicar tampoco a los que tú amas.
Amén.
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